El sosegado hombre, al llegar a su casa, piensa bien lo que va a hablar con su esposa: sube a la alcoba, se pasa una mano por la frente, luego mete sus dos manos en los bolsillos del pantalón y le dice:
—¿Pero que estar haciendo? esposa mía... recién esta mañana decirme que me amabas intensamente... ¿no acordarte que haberme jurado no engañarme nunca?... esposa mía, acuérdate que en altar prometerme quererme y respetarme siempre... mi jamás haría cosa semejante contigo... ¿donde haber quedado tus promesas de amor junto al lago?... esposa mía, ¿cuanto hacer que engañas a pobre gringo?... ¿este ser el único hombre que disfruta de tus favores? o quizás hay otros esposa mía... ¿donde estar el amor? ¿donde estar juramentos tuyos, esposa mía?... pero, esposa... esposa mía... ¡¡¡DEJAR YA EL FOCKIE FOCKIE Y ATENDERME UN SEGUNDO...!!!
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