—Primero que todo —Dice la Madre—, debes registrarte en el hotel con otro nombre; además cuando salgas a la playa, te colocarás un gran sombrero y unas gafas oscuras, para evitar que alguien te pueda reconocer. De esta manera, con nombre falso y sin que te vean la cara, pasarás desapercibida.
La hermana llega a su lugar de destino y pone en practica los consejos de su superiora. Se quita el uniforme, se coloca un diminuto bikini, un sombrero de playa que le da sombra hasta sus desnudos hombros, y finalmente unas grandes gafas oscuras.
Sale a pasearse por la playa, en donde es blanco de los más variados piropos de los turistas. Sin embargo cuando estaba gozando más de su identidad secreta, pasa un hombre joven que le saluda por su nombre:
—Buen día Sor Rita...
La novicia sale despavorida hacia el hotel para verse bien en el espejo, y allí comprueba que el sombrero y las gafas están bien colocados, su cara está bien oculta y debería pasar tranquilamente como incógnita. «Debió ser una casualidad», se dice y sale nuevamente a exhibir sus sensacionales curvas.
La novicia sale despavorida hacia el hotel para verse bien en el espejo, y allí comprueba que el sombrero y las gafas están bien colocados, su cara está bien oculta y debería pasar tranquilamente como incógnita. «Debió ser una casualidad», se dice y sale nuevamente a exhibir sus sensacionales curvas.
Nuevamente es sorprendida por otro joven quien también la saluda por su nombre:
—Buen día Sor Rita...
Sor Rita trata de salir rápidamente de la playa, pero en su afán tropieza con otro hombre que le dice:
—Porque tanta prisa, Sor Rita...
La monja en su desconcierto decide preguntar:
—Como es que usted sabe mi nombre, usted no puede ver mi cara, solo ve mi cuerpo, y se supone que aquí nadie me conoce...
—Ah!, hermana, lo que ocurre es que en esta playa, estamos de vacaciones todos los novicios de la iglesia de su convento....
No hay comentarios:
Publicar un comentario