Un Epitafio sin Sexo

CHISTES BUENOS
     Un hombre de edad avanzada entra a una empresa funeraria y le dice al dueño:
     —Mire señor, estoy próximo a morir, y yo quiero mandar hacer mi propio epitafio. ¿ Puede usted ayudarme con eso?
     —Naturalmente. —Contesta el funerario—. Le voy a mostrar algunos de los que hemos escrito. Por ejemplo mire este:
Aquí descansa el teniente 
Dicen que vivió cien años
Aunque muriera a los veinte.
     —Es muy curiosa esa leyenda, pero no la entiendo bien. Me quiere explicar?
     —Si, este es el epitafio de un joven apodado "el teniente", que de la noche a la mañana adquirió una enorme fortuna, y se dedicó a gozar de toda clase placeres. Compró apartamentos, fincas de recreo, automóviles, yates; consiguió novias, amantes, visitaba a las mujeres de la noche, participaba en grandes banquetes, tomaba los licores más finos, incluso consumió drogas. Su vida fue muy desenfrenada y cuando cumplió 20 años, murió agotado, victima de la intensidad con que vivió los últimos años. Pero él, en dos o tres años, vivió más que muchos en 100 años. Por eso es el epitafio.
     —Muy interesante - Dijo el anciano. - Me gustaría algo así para mi; una pequeña rima que defina mi vida.
     —De acuerdo. Pero antes debo hacerle algunas preguntas. —Dijo el funerario y empezó el interrogatorio:
     —¿ En qué trabaja?
     —Desde muy joven manejo mi propio emporio empresarial,  soy multimillonario... 
     —¿Le gusta beber?
     —¡No!, yo odio el alcohol.
     —¿Fuma? tabaco, pipa, cigarrillo, ¿algo?
     —¡No!, nada de nada.
     —¿Es casado?
     —¡No!, todas las mujeres son muy interesadas.
     —Pero... ¿Salió con muchas mujeres?
     —¡No!, nunca le dediqué tiempo a esas idioteces .
     —¿Visitaba las mujeres de la noche?
     —¡No!, siempre me parecieron peligrosas.
     —Ya entiendo... ¿Es usted homosexual?
     —¡No! como se le ocurre...
     —¿Pertenece a clubes sociales o deportivos?
     —¡No!, esos están llenos de gente hipócrita.
     —¿Visita alguna iglesia?
     —¡No!, yo soy ateo.
     —¿Que edad tiene?
     —90 años.
     —¿Cual es su nombre?
     —Horacio De La Zerda.
     El dueño de la funeraria pensó un momento, escribió en un papel, y se lo pasó al cliente diciendo:
     —Aquí está su epitafio:
Descansa aquí en el lugar
 Don Horacio De La Zerda
A los noventa murió
Pero no vivió ni mier|)@.


Aporte de LA CALDERONA 

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