Ellos tenían una costumbre muy mexicana: Tomarse un caballito de tequila diario, para sentirse mejor durante su tarea.
Un buen día se les olvidó la bebida, pero para suerte de los dos amigos, uno de ellos encontró una botella con líquido de similar consistencia al tequila y se lo bebieron, sin saber que era combustible para cohetes.
Por la tarde, uno de los mexicanos llama al otro por el teléfono móvil y le dice:
—¿Compadre, desde que nos tomamos el tequila aquel que encontramos, se te ha soltado gas?
—No compadre, ni uno, ¿Por qué?
—Huy compadre, si te dan ganas, aprieta el trasero y no lo sueltes ¡¡¡TE ESTOY LLAMANDO DESDE CHILE...!!!
—No compadre, ni uno, ¿Por qué?
—Huy compadre, si te dan ganas, aprieta el trasero y no lo sueltes ¡¡¡TE ESTOY LLAMANDO DESDE CHILE...!!!
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