—¡Alto!, puedo leer tu mente, y se lo que piensas hacerme. Soy una hada, y no vine para copular contigo, sino para concederte tres deseos.
—¿Tres deseos? ¿Es verdad? o lo dices solo para librarte mi... —Dijo el jinete.
—Si, son tres deseos, y es verdad, porque para librarme de ti, bastaría con hacerte desaparecer con mi varita mágica. Así que mejor pide los deseos antes de que me arrepienta.
—Bien... —Dijo el hombre—. Mi primer deseo es que llenes mi casa con dinero, oro y joyas...
—¡Concedido! —Dijo el hada enviando un rayo de luz a la frente del hombre.
—Mi segundo deseo es que cuando llegue a mi casa, encuentre la mujer más linda y sexy del universo esperándome, y que ella se convierta en mi amante...
—¡Concedido! —Dijo el hada enviando un rayo de luz a la frente del hombre.
—Mi tercer deseo es que me convierta en un hombre más atractivo que Brad Pitt pero con una dotación sexual como la de mi cabalgadura.
—¡Concedido! —Dijo el hada enviando un rayo de luz a la frente del hombre.
El hada desapareció y el hombre salió a pleno galope hacia su casa. Cuando entró vio dinero, oro y joyas por todas partes, en todos los baúles, en todos los armarios... cuando estaba disfrutando de todo lo que veía, baja por la escalera, con dos copas rebosantes de espumosa champaña, una preciosidad de mujer con ropas muy ligeras...
El hombre medio loco de la felicidad va corriendo al espejo a mirarse, y efectivamente era mucho más atractivo que Brad Pitt. Lo siguiente que hace es bajarse los pantalones para comprobar el complemento de su último deseo, y al verse exclama:
—¡CARAJO!... ¡¡¡ESTABA MONTADO EN LA YEGUA...!!!!
Aporte de ARTURO
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